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  1. El lecho de Procrustes en Edén

    miércoles, 16 de noviembre de 2011



    Edén -
    Stanislaw Lem
    (Eden, 1959)
    Editorial Alianza, 2005.
    Trad. Luis Pastor Puebla.



    "Fue un error en los cálculos. No había sobrevolado la atmósfera, sino chocado con ella". Así que la nave perdió el control al entrar en contacto con la estela de gas del planeta Edén, y los seis tripulantes de la nave colisionaron con el planeta de la forma más aparatosa que uno pueda imaginar: clavándose, literalmente, 40 metros en la tierra. Una forma muy espectacular de anunciar que se acaba de llegar a ninguna parte, máxime si no se está invitado. Sin embargo los tripulantes consideran que ni el ruido ni el choque han sido lo suficientemente espectaculares como para que los habitantes de Edén se den por enterados, y considerando que Edén es un planeta más pequeño que la Tierra y que la nave ("cohete" le llaman) tenga más de 110 metros de eslora, pues no se yo... En principio este hecho sorprende por su ingenuidad, si bien resulta relevante para el significado o el planteamiento de la novela, pues da la clave de su lectura, advirtiéndose que no predominará tanto la aventura como el hecho de entrar en contacto con una civilización desconocida.

    No me voy a entretener en argumentos, así que si me lo permitís, os remito a Sitio de Ciencia Ficción, donde se comenta estupendamente. Solo querría resaltar algunos aspectos que me han llamado la atención. Por ejemplo, los conceptos básicos que priman en Edén: la apabullante aplicación de la idea de que la información es poder y el concepto de cama o lecho de Procrustes. Apenas se cita ésto último casi al final de la obra, cuando "traducen" las palabras de un edenita o "doble", como Stanislaw Lem denomina a las habitantes de Edén, pero basta imaginárselo
    aplicado a un sistema de gobierno en todo un planeta para poner los vellos de punta. Allí el gobierno, que es anónimo -"el tirano sin rostro", como si no existiera-, es un sistema de tiranía ética e intelectual absoluta, en la que no se toleran juicios o acciones que no coincidan con lo establecido, lo politicamente correcto en el sistema edenita. Toda información es manipulada.
    "Un abuso extremo de la teoría de la información (...). Ha resultado ser un instrumento que puede inflingir torturas mucho más terribles que todos los tormento físicos". (Cap. 14).


    Es terrorífico. No se explica qué clase de torturas se aplican, pero tampoco hace falta. Me recuerda muchísimo a la Habitación 101 de 1984 de George Orwell. Y claro, no hay movilizaciones ni deseos de liberación por parte de los dobles, porque "para que pueda surgir una organización deben existir antes medidas de comunicación". La hipocresía está a la orden del día. Sin ella, la convivencia sería imposible.

    Por ejemplo, El Programa de Modificación Biológica. Se crea hace unos 50 años desde la llegada del hombre a Edén y aún perduran las consecuencias con la "aparición de individuos sin ojos y de otros con un número de ojos variable, de individuos sin capacidad de supervivencia, degenerados, sin naríz, y un considerable número de minisválidos psíquicos", "difieren en el número de dedos o en el color de la piel". Este proyecto, en teoría, se puso en marcha para mejorar la especie y luego fue abandonado. En el tiempo de la historia no existe y no se puede hablar de ello, considerándose las mutaciones como una enfermedad, una epidemia. Los infectados se exilian al sur del planeta, en una especie de poblado-manicomio donde guardan a sus enfermos, o más al oeste, donde las matanzas y los exterminios parecen ser lo habitual. (El pasaje de la guerrilla en el escenario de las estatuas y de la plantación es impresionante).

    Al llegar el hombre los dobles tardan bastante tiempo en reaccionar pese a que son conscientes de su llegada. Y como el hombre va haciendo amigos al más puro estilo de Atila allá por donde pasa, los habitantes de Edén acaban por tratar de aíslar la nave en una especie de acto terrorista.

    "No necesitamos de ellos, y ellos no han podido encontrar otra forma mejor de darnos a entender que no desean nada de nosotros" (cap. 9).

    Quieren preservar su sistema a toda costa, bien repantingados en su lecho de Procrustes, ignorando en la medida de lo posible a los humanos, en lugar de tratar de concerles. Realizan una estatua con figura humana supongo que para darles una imagen a evitar a la población, pero asedio aparte, no van más allá. Los edenitas que gobiernan ignoran a los humanos.

    Después están las cuestiones sin resolver y sin ampliar, claro. En Lem no podían faltar, lo que hace más apasionante el mundo que crea: los cálices que sirven como almacenaje de alimento, la cortina que guarda a la Fábrica Abandonada, la fauna y flora, el museo de esqueletos, etc. En ocasiones la Ciencia Ficción tiene mucho de género de terror y la intriga aquí a veces se hace insoportable. Lem es un maestro es este aspecto, y el lector desespera por no comprender lo que es Edén, lo que sucede allí. En definitiva, él es el creador, y quien ha de tener todas las respuestas. Pero no hay tregua, todo son hipótesis.

    "Tenemos ante nosotros una civilización que se ha desarrollado durante 50 siglos, por lo menos. ¿Y nosotros vamos a comprenderla en unos días?" (Cap. 8)





  2. Las puertas de seda - Olalla García

    jueves, 13 de octubre de 2011



    Acabo de regresar del imperio sasánida con una guía de excepción, Olalla García, por obra y gracia de su segunda novela,
    Las puertas de seda (Espasa, 2007). Es una novela histórica ambientada en la Persia del siglo I d. de C. La historia se desarrolla concretamente en el año 259 d. de C., cuando el emperador Valeriano y Sapor, rey de reyes, se enfrentaron en una batalla que reestructuraría los limes del imperio romano.

    Lo mejor de esta novela son los giros de su trama y sus personajes. Sin duda. Los protagonistas son dos hermanos antioquenos, Eurímaco y Heraclea, que tendrán que iniciar su particular viaje de iniciación en la vida para acabar siendo quienes realmente son. He leído en algún sitio una frase:
    "Eurímaco se alistará en el ejército romano y Heraclea tendrá que sobrevivir en un harén persa". Sí. Es indiscutible; sucede eso. Sin embargo, no es suficiente, está muy lejos de trasmitir por lo que pasan estos personajes. Hay que conocerles personalmente. Y aviso que Olalla García no se anda con paños calientes a la hora de poner a prueba a sus criaturas. Hay encuentros, desencuentros, búsquedas, hallazgos y pérdidas, muchas perdidas de todo tipo, clase y condición -algunas de las cuales incluso al lector más avisado le pueden pillar por sorpresa-. Hay giros en la trama que me han pillado desprevenida en más de un párrafo o capítulo. Y una de dos: o a mí me faltan trabas o es que realmente son soberbios.

    Hay un personaje en concreto, Temistio, más conocido como Ocípodo, que...
    Pero no.
    Qué ley.
    Sufre, lector, y descúbrelo por tí mismo para poder juzgar la historia de Ocípodo. Merece. Y ojo, que se trata de un personaje secundario, ¡qué no pasará entonces con los principales! Me ha parecido una novela con una intriga inteligente, suspense estratégico (algunos pasajes son desaconsejables para cardíacos), con una muy buena ambientación histórica (¡he buscado mapas!, hasta ese punto me ha arrastrado) y de personajes inolvidables que se gastan un sentido del humor de esos que arrancan más de una sonrisa de complicidad.
    Y eso, la verdad, se agradece.
    Éso, y el amor por la palabra, que Olalla derrocha a manos llenas.

    Para mí ha sido todo un descubrimiento; tanto, que ya ando tras su última novela,
    El jardín de Hipatia (Espasa, 2009).

    ¡Así que por todos los deván de Ahrimán!, espero que la leáis y juzguéis vosotros mísmos.
    Que Ohzmad os ilumine.